Es emocionante ver la respuesta de la ciudadanía y las organizaciones civiles ante la crisis del coronavirus, aportando a su manera y esforzándose por contribuir con lo mejor de cada uno.

Frecuentemente hacemos referencia a la importancia de que las fundaciones tengan una buena estrategia de actuación para poder rentabilizar sus recursos y no trabajar en vano, cosa que ha quedado demostrado en la lucha contra el impacto del coronavirus. Fundamentalmente han actuado en dos líneas: aportando económicamente o poniendo al servicio del Gobierno, las Instituciones y/o la ciudadanía sus recursos y su buen hacer.

Las contribuciones económicas son vitales en un momento en el que el sistema sanitario español está colapsado, al límite de sus recursos, y demanda más medios para poder atender debidamente a los pacientes, especialmente a los más críticos, que son los que más recursos necesitan. Numerosas fundaciones han contribuido con generosas cantidades que permiten la compra de los instrumentos  que salvarán la vida de personas y que protejan a los profesionales.

Otras fundaciones han puesto al servicio de los hospitales y otros centros, como residencias de mayores, clínicas o centros de menores y al de los profesionales que luchan activamente ante la pandemia (sanitarios, bomberos o cuerpos de seguridad) sus recursos, infraestructuras, donando material, ofreciéndose voluntarios o aportando con sus líneas de trabajo y su experiencia. Las redes de colaboración son una de las estrategia más eficaces ya que cooperando entre fundaciones con recursos complementarios dan lugar a productos y servicios de gran valor, lo que se conoce como sinergias positivas.

Tampoco han olvidado a los ciudadanos confinados en sus casas, que se enfrentan a una situación compleja, especialmente cuando hay niños en los hogares. Fundaciones educativas abren sus puertas digitales y generan nuevos contenidos para entretener y formar, las sanitarias aportan con sus conocimientos y recomendaciones sobre las medidas de higiene, actuación ante el contagio e incluso la alimentación, fundaciones deportivas fomentan la práctica deportiva en los hogares y orientan para que la cuarentena no deje en baja forma a la población, las que luchan por los derechos de la mujer abren líneas de atención telefónica para mujeres que están atrapadas en casa con su maltratador y tantas otras formas innovadoras de ayudar aportando en línea con sus fines y su experiencia.

No hay que excluir de esta reflexión la importancia de la estrategia comunicativa, y es que por desinteresadas que sean las aportaciones a nivel personal de los miembros que las integran, las fundaciones se encuentran inmersas en la lógica de mercado y si quieren continuar trabajando en favor de sus fines necesitan ser rentables, tener ingresos con los que engrasar la maquinaria. Consecuentemente no hay que descuidar el trabajo para dar visibilidad y difusión de estas contribuciones y llegar al mayor número posibles de donantes y colaboradores potenciales.

Por último, cerrar con un reconocimiento a las empresas. No sólo las entidades no lucrativas están colaborando a esta lucha, también ellas están poniendo al servicio de sistema grandes cantidades de recursos en un momento en el que el golpe económico va a repercutirles duramente.