Una de las asignaturas pendientes de la mayoría de empresas es la comunicación de crisis. Saber abordar una situación en la que la imagen de la empresa se ve comprometida es crucial para mantener la confianza de los usuarios. Pero si hay algo más olvidado que el diseño de los planes de comunicación de crisis es su continuidad. Remontar la buena percepción del público hacia la marca es algo que lleva tiempo, la buena reputación cuesta mucho ganarla y muy poco perderla. Por supuesto que una buena gestión de la comunicación en el momento crítico es imprescindible, pero si lo que se pretende es recuperarse o incluso superarse por su actuación ante un problema, el trabajo ha de ser constante y sus acciones han de ser notables y duraderas. Por eso, una fundación puede ser la herramienta idónea para una empresa que necesita superar un tropiezo e incluso puede convertirse en una oportunidad para mejorar la percepción previa.

Veamos un ejemplo:

Una multinacional energética, inicialmente extractora de petróleo, sufre un escape y posterior incendio en una de sus plataformas perforadoras marítimas en el Golfo de Méjico llevándose consigo 11 vidas y causando una catástrofe medioambiental irreparable. Su gestión de crisis consistió  en responsabilizar a la empresa propietaria de la plataforma hasta que la presión de los medios les obligó a responsabilizarse del vertido. Su imagen sigue dañada en la actualidad. Si bien es cierto que la gestión inmediata fue desastrosa, la adopción de prácticas responsables y el desarrollo de actividades de interés general podrían haber permitido la recuperación y mejora de su imagen.

Si hubiera contado con una fundación corporativa, por la flexibilidad de esta forma jurídica, podría haber ampliado su rango de actividades más allá de las propias del Grupo partiendo de distintos enfoques, como la intervención sobre las comunidades y los ecosistemas afectados, becas formativas en materias como la ingeniería o la prevención de riesgos laborales, convocatorias de acción social que integren prácticas innovadoras, actividades di I+D en busca de fuentes de energía más sostenibles, etc.  Lo ideal en estos casos es lograr alinear las actividades fundacionales con las corporativas de forma que resulten complementarias y puedan revertirse en el ámbito empresarial, como las formativas que podrían aplicarse para mejorar el rendimiento y la profesionalización de su plantilla o las de I+D que permitirían ampliar la  oferta empresarial de cara a la transición ecológica.

Si bien una fundación es interesante de cara a mejorar la percepción de la ciudadanía de las empresas, no es esa la única ventaja que les reporta. Valores como la diversificación de actividades, la difusión, las colaboraciones o los beneficios fiscales, entre otros, hacen que sean tan habituales las fundaciones empresariales. Además, es una figura flexible y capaz de resistir a las convulsiones de mercado por la variedad de fuentes de ingresos que admite, como donaciones o subvenciones y ayudas, lo que hace más fácil sostenibilidad y crecimiento.

En PYMEF contamos con fundaciones empresariales y hemos podido apreciar el impulso que ha supuesto para la empresas fundadoras, además de ofrecer una serie de ventajas estratégicas adaptadas a cada sector. Desde PYMEF animamos a las empresas a que se informen sobre esta opción que pueden no haber valorado. Si quieres asesoramiento personalizado puedes contactar con nosotros a través de info@pymef.org o llamando al 976 11 61 11, sin ningún compromiso estaremos encantados de atenderte. 

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