El domingo 8 de agosto acababa la edición de los Juegos Olímpicos 2020 celebrada en Tokio, pospuesta un año como consecuencia de la pandemia.

El medallero español se cerraba con 3 oros, 8 platas y 6 bronces, es decir, un total de 17 medallas. Lo que nos dejaba en el puesto 22 de la lista coronada por Estados Unidos y China. Cada una de estas medallas ha sido un gran orgullo para los españoles que nos emocionábamos al ver a los deportistas mordiendo sus medallas, abrazando a sus entrenadores e incluso llorado de felicidad. Pero si bien en los Juegos éstos tienen todo el protagonismo y sus éxitos aparecen en los medios, la realidad es que se preparan durante años para llegar a ese momento y el público sólo los recuerda durante unas semanas, consecuentemente apoyar su entrenamiento no resulta tan interesante durante cuatro años. El lapso entre Juegos.

Este trabajo duro y constante no sólo es fruto de su voluntad, sino también de una serie de instituciones y entidades que les acompañan y hacen que llegar a los Juegos Olímpicos sea posible. Un deportista sólo no podría llegar tan lejos. Es aquí donde intervienen un gran número de fundaciones dirigidas al fomento del deporte, que les facilitan herramientas y recursos cuando otros organismos, como las Administraciones públicas, no se involucran, aunque después se abanderen los triunfos.

No es la primera vez que reflexionamos sobre la importancia de las fundaciones deportivas, pero aprovechando la ocasión, retomamos el examen de su trabajo y evidenciamos que sus objetivos y actividades pueden ser de lo más diverso. Como en todo sector, no hay un único enfoque porque son muchas las necesidades.

FUNDACIONES DEPORTIVAS SECTORIALES

Estas fundaciones fomentan el deporte en sus ámbitos territoriales. Con frecuencia suelen ser públicas y sus actividades son muy amplias. Facilitan el acceso de los ciudadanos a las instalaciones, organizan torneos y eventos, entrenamientos dirigidos, cuentan con profesionales de disciplinas transversales en plantilla, conceden becas y ayudas para deportistas de alto rendimiento, etc.

Además de promover la salud a través del deporte, este tipo de fundaciones tiene muy presente la cohesión social, el sentimiento de pertenencia en sus territorios y su visibilidad al llegar a eventos deportivos de alcance internacional.

Un par de fundaciones adecuadas para ejemplificar este tipo de fundaciones podrían ser la fundación pública Andalucía Olímpica, que desarrolla e impulsa el Movimiento olímpico en Andalucía, “uniendo la cultura, la educación y el deporte para el desarrollo integral de la sociedad y contribuir así a un mundo mejor y más pacífico, sin discriminaciones de ninguna clase”, o la Fundación Basqueteam, también pública, que “dota de recursos a los deportistas vascos no profesionales para facilitar su participación en las más altas competiciones internacionales”.

En otra línea, pero también dirigida a promocionar la imagen territorial como referencia deportiva, es la Fundación Barcelona Olímpica, constituida tras la celebración de los Juegos Olímpicos de 1992 en Barcelona y que es, fundamentalmente, una exposición sobre el evento, su desarrollo y el impacto posterior.

FUNDACIONES ESPECIALIZADAS

Estas fundaciones, al contrario que las anteriores, nacen de inquietudes y aficiones particulares, por lo que la gran mayoría son privadas.

Si bien pueden tener actividades variadas, toman un deporte como eje vertebrador a fin de impulsarlo, conseguir más recursos para lograr una mayor profesionalización y penetración social, así como aumentar su visibilidad. Este último punto es especialmente relevante cuando se trata de una modalidad deportiva nueva y/o que trata de ser reconocida como deporte olímpico.

Un ejemplo podría ser la Fundación Prediac, de formación de Artes Marciales, con especial atención al WingTsun, el estilo de combate chino practicado por Bruce Lee y casi desconocido en España, o la Fundación Carlos Rosendi, Kárate para la Vida, cuya disciplina ha sido incluida por primera vez como deporte olímpico en las Juegos de Tokio 2020.

También es frecuente encontrar fundaciones constituidas por figuras reconocidas en el mundo deportivo con el fin de apoyar a nuevos deportistas a crecer en ese deporte, fortalecerlo y apoyar el talento deportivo. Algunos ejemplos, ya bastantes conocidos, podrían ser la Fundación Rafa Nadal, especialmente dirigida a la promoción del tenis entre niños y jóvenes en España e India y personas con discapacidad intelectual, la Fundación Alberto Contador, focalizada en la formación en ciclismo y la creación de equipos ciclistas, la Fundación Carlos Pauner, el alpinista aragonés cuya fundación se dedica a la promoción del alpinismo y la cooperación al desarrollo o la Fundación Instituto del Deporte, presidida por el entrenador de fútbol, Dani Guindos.

FUNDACIONES PARA EL DEPORTE INCLUSIVO

En esta categoría se encuentran numerosas fundaciones, bien dirigidas a emplear el deporte como herramienta inclusiva, o bien las que se focalizan en algún tipo de discapacidad particular y se sirven del deporte como actividad complementaria, dado que es prácticamente una constante encontrar la práctica deportiva como terapia, siendo capaces de diseñar programas deportivos especiales para que se adapten a sus condiciones particulares.

En el primer enfoque encontramos fundaciones como la Fundación Deporte Sin Barreras o la Fundación Deporte También, dirigidas a la inclusión de personas con discapacidad y a la formación para capacitar a profesionales y voluntarios. En el otro caso encontramos, por ejemplo, a la Fundación Segunda Parte, nacida del Club Deporte para DCA, que se especializa en la práctica deportiva en personas con daños cerebrales.

Este tipo de fundaciones tienen un papel determinante en los Juegos Paralímpicos. Gracias a su trabajo y constancia con estos colectivos vulnerables y minoritarios, son capaces de participar en eventos internacionales de esta magnitud. Que, por cierto, los de Tokio 2020 se inician el 24 de agosto de 2021.

Si bien esta catalogación puede servir como orientación para evidenciar la amplitud de actividades posibles, uno de los principales rasgos de las fundaciones es su versatilidad y, como solemos indicar, su capacidad para cubrir las necesidades a las que no llega el Estado, de ahí que éste premie su actividad. Por tanto, la innovación, los nuevos enfoques y en general, cualquier nueva propuesta que contribuya a la mejora del deporte, debería de ser bienvenida en el entorno fundacional. Un par de ejemplos claros serían el I+D en el desarrollo de herramientas y mecanismos que faciliten la práctica del deporte adaptado a una determinada discapacidad, o el fomento y empoderamiento de la figura de la mujer en el deporte. Al tratarse, en el primer caso, de fines muy particulares y en el otro de un enfoque demasiado general, pueden contar con pocos apoyos iniciales. Constituir una fundación como estrategia de crecimiento y captación de recursos podría marcar la diferencia para despegar y consolidarse.